miércoles, 30 de julio de 2008

Último post y relato de despedida

Este blog nació para contar mis impresiones y pensamientos durante mi año estudiando en los Estados Unidos. Durante esos 9 meses he escrito aquí muchas de mis experiencias en un país increible pero muy distinto a España.

Mi paso por Norteamérica ha dejado su huella en mi vida. En octubre me voy a vivir a Seattle, en el estado de Washington, por motivos de trabajo. Es una buena oportunidad que no voy a desaprovechar, y seguro que vivo grandes momentos allí. Pero siempre es difícil marcharse a un lugar desconocido, empezar de cero y dejar tantas cosas atrás en tu país. Habrá también malos momentos, en los que echaré de menos a mi familia y a mis amigos.

Me gustaría poder reflejar todo eso, como recuerdo y como liberación, y creo que para eso este blog se queda pequeño. Por eso voy a empezar un nuevo blog, más personal y profundo que este, en el que escribiré sobre sentimientos, pensamientos y cosas que se me pasen o que se me pasaron por la cabeza en algún momento.

También escribiré relatos, como el que dejo a continuación, que será el último post de este blog y el primero del nuevo. Espero que os guste.


ABRAZOS

- “Me encantan los abrazos” – dijo ella con una sonrisa.

Acto seguido le abrazó. Fue uno de esos abrazos que transmiten sentimientos, que dicen muchas cosas sin necesidad de hablar. Porque hay abrazos y abrazos, y sin duda ese era un abrazo de verdad.

Él nunca antes había oído a una chica decir algo así. Las demás mujeres con las que había compartido su lecho preferían besos o simplemente sexo. Pero ella era distinta, no era como las demás. Siempre sonreía, y sus ojos, aún siendo pequeños, estaban llenos de sabiduría y de ganas de vivir.

Por un momento pensó que quizá había encontrado eso que llevaba tanto tiempo buscando sin saber muy bien qué era. Y la estrechó entre sus brazos, abrazándola con todas sus fuerzas, como si no quisiera dejarla escapar jamás, consciente de que quizá no volviese a vivir un momento así en mucho tiempo. Dejó caer sus párpados suavemente y por unos segundos sintió que era completamente feliz.


Pero con los tenues rayos del amanecer se acabó aquella noche mágica y la vida siguió su curso. Todo era distinto a la luz del sol.

Durante el día apenas hablaron, salvo algún que otro gesto cariñoso cuando se cruzaban. Llegó la noche, y tampoco se dijeron nada. Se miraban de vez en cuando, pero no se atrevían acercarse el uno al otro. A media noche, ella, cansada, se retiró a su habitación sin despedirse. Él no entendía nada. ¿Estaría arrepentida? ¿Le daba vergüenza? Sentía un profundo dolor en su interior, y su cabeza ardía con el recuerdo de su cálida piel.

Quizá fue el destino, o simplemente casualidad, pero la noche siguiente se volvieron a encontrar. El cielo estaba precioso, lleno de estrellas, y la luna, de un color rojizo, iluminaba levemente las montañas del valle. Querían contemplar las estrellas alejados del ruido de los otros habitantes del pueblo y de pronto allí estaban los dos, solos, únicamente rodeados de árboles y de picos que soñaban con poder tocar el cielo algún día.

No se dijeron nada, tan solo se abrazaron. Y quién sabe cuanto tiempo estuvieron así, porque durante ese instante el resto del mundo no importaba. Después hablaron. Hablaron sin dejar de abrazarse. Hablaron sobre su pasado, sobre los sentimientos, sobre lo bien que se sentían el uno junto al otro. También hablaron sobre antiguos amores, y ella le confesó que tenía muchas cosas en la cabeza y que quizá este no era el mejor momento.

Desde aquella noche, cada día que pasaba hablaban menos. Él veía que ella no lo estaba pasando bien. Y sufría, porque quería ayudarla y no podía, y porque se sentía ignorado. No sabía que hacer, y por eso decidió esperar. Y esperó, y esperó, pero ella seguía sufriendo y él lo pasaba cada vez peor. Porque bien es sabido que esperando jamás se solucionó ni el menor de los problemas.

Llegó el momento de la despedida, el final de aquellos días apartados de la rutina diaria. Consciente de que posiblemente no la volvería a ver nunca más, mientras le decía adiós, puso en su mano un pequeño objeto muy especial para él. Era un dado, un dado rojo de 20 caras. Un dado pequeño, pero aún siendo pequeño tenía todas sus caras simétricas, exactamente del mismo tamaño. Un icosaedro perfecto. Se lo dio con la esperanza de que algún día, quizá dentro de varios años, cuando viese aquel dado, recordase aquellos momentos juntos, pequeños pero muy bonitos. Ella respondió con un ‘gracias’ y un ‘lo siento’, y cada uno siguió su camino.

Y es que muchas veces en la vida no basta con encontrar a la persona adecuada. También hay que encontrarla en el momento preciso.

viernes, 6 de junio de 2008

Blog Cerrado Temporalmente

¡Hola a todos!

Cómo ya habréis apreciado, el blog lleva inactivo desde hace casi dos meses. Esto se debe a que regresé a España el 8 de Mayo y desde entonces he estado bastante liado con el Proyecto Fin de Carrera.

Este año en Estados Unidos ha sido INCREIBLE, una etapa de mi vida que jamás olvidaré. Os recomiendo a todos que os vayáis un año a estudiar fuera, porque se aprenden muchas cosas, se conoce a mucha gente que merece la pena y le abre a uno un poco los ojos. Si alguien tiene pensado ir a Albuquerque o a Estados Unidos de intercambio, que no dude en contactar conmigo por e-mail (angeliti [arroba] gmail.com) o por Messenger (angeliti999 [arroba] hotmail.com) si quiere preguntarme algo o necesita algún consejo. Estaré encantado de ayudarle.

El 24 de Junio presento el Proyecto y por fin acabo Ingeniería Informática, y el 28 me voy a la playa con mis amigos. A partir de ahí empieza mi verano, y tengo pensado pasar algunos días en Jaraíz, otros en la playa con mis padres y quién sabe que más cosas.

Mi aventura en Microsoft comienza la primera semana de Octubre. Ya me han concedido el visado, por lo que todo parece indicar que la cosa seguirá adelante. El blog permanecerá desactualizado hasta entonces.

¡Suerte con los exámenes y que paséis un buen verano!
Ángel.-

miércoles, 16 de abril de 2008

El flequillo: un problema que nos afecta a todos

El año pasado, una peligrosa plaga empezó a extenderse por España. En un principo, sólo afectó a algunas mujeres. Sin embargo, hoy en día, el 99% de nuestras jóvenes se encuentran infectadas. Sí, se trata del flequillo, y más concretamente del denominado FLEQUILLO RECTO.

El flequillo ha llegado hasta al telediario!

La característica básica de un flequillo recto es que el pelo del flequillo es perpendicular al hueso de la nariz, es decir, orma un ángulo recto con este. Cuanto más se aleje de los 90º, más guapa estará la chica, pero con más frecuencia le recordarán sus amigas (que también tendrán flequillos) que debe ir a la peluquería a arreglárselo.

En algunas ocasiones, el flequillo suele venir acompañado de una reducción general del resto del pelo, generalmente a la altura de los hombros o más corto, lo que en conjunto da lugar a un look como de los años 60 bastante feo. Por supuesto, este efecto se ve incrementado si los laterales también están cortados "con regla". Veamos un ejemplo:

Flequillo "años 60"

Según estudios de la universidad de Berkley, California, el 99.5% de las mujeres están más guapas sin flequillo que con él. Las mujeres americanas lo saben (salió en todos los periódicos) y jamás se harían ese corte de pelo. Además, en algunos estados está prohibido, bajo multa de $200. Entonces, ¿por qué en España es practicamente imposible encontrar a una chica de entre 16 y 25 años sin flequillo? ¿Acaso no se dan cuenta al mirarse al espejo de que les queda FATAL? Bien, la explicación es sencilla, y está relacionada con las peculiares características del ciudadano español medio.

La comparación no deja lugar a dudas

En primer lugar, entre las jovenes españolas se respira un ambiente es falsedad, y las mejores amigas del mundo no dudarían en darse puñaladas traperas si llegase el momento. Esto da lugar a la siguiente situación:

- Pepita: "¡Mira tía, acabo de venir de la peluquería y me he dejado flequillo! ¿Qué tal me queda?"
- Juanita: "¡Te queda genial! (Pensamiento real: Vaya mierda de peinado)"

El pan de cada día. El resultado de tanta falsedad es que la chica en cuestión se piense que el flequillo realmente le queda bien. Y nada más alejado de la realidad...

También influye mucho el "efecto borrego". Si una de las chicas del grupo se deja flequillo (sobre todo si es la que más liga), en menos de un mes el resto se lo habrá dejado también.

Yo me quedo con la de la izquierda

Sin embargo, la población masculina también tiene parte de culpa. Bien sabido es que, por lo general, el jovene español está falto de sexo. Esto conlleva que cuando una chica le pregunta que cómo le queda el flequillo, la respuesta sea que está guapísima y que le queda genial. Todo esto con vistas a ligar con ella y conseguir sexo, por supuesto, porque es consciente de que diciendo la verdad ("Te queda como el culo, hija mía") no tendría nada que hacer.

Colección de flequillos

Ahora mismo, querido lector, te estarás preguntando asustado qué es lo que puedes hacer para acabar con esta atrocidad hacia la belleza femenina. Tranquilo, es muy sencillo. Sólo tienes que decirle a tu novia y amigas la verdad. Aquí tienes un pequeño tutorial que te servirá de gran ayuda:

- Tú: "El flequillo ese que te has hecho te queda fatal"
- Ella: "Pues mi amigo/a X me ha dicho que estoy mucho más guapa"
- Tú: (Caso A) "Es mentira. Tu amigo X sólo quiere acostarse contigo"
(Caso B) "Es mentira. Tu amiga X es una falsa y lo sabes"

Eso es suficiente. La hará reflexionar, y con un poco de suerte, en unos días volverá a tener aquel peinado que le sentaba tan bien.

Chenoa también se pasó al flequillo recto

Amigos, sólo con esfuerzo y sacrificio podremos solucionar este grave problema que azota actualmente nuestro país. Mandadle este mensaje a todos vuestros conocidos, pues muchos no son conscientes de la terrible situación que estamos viviendo.

Un saludo y muchas gracias por vuestra colaboración.
Ángel.-


ACLARACIÓN: El uso de la palabra flequillo en este post se refiere al flequillo RECTO, no a otros tipos de flequillo como es el llamado flequillo cortina o lateral, que le queda genial a muchas mujeres. Este es un ejemplo:

Así sí =)

lunes, 14 de abril de 2008

Tyler y la tortura voluntaria

Tras el éxito del post anterior, hoy me gustaría escribir sobre una persona peculiar y una historia subrealista. Se trata de Tyler Corey, un amigo de mi compañero de piso Bob, y de como se quitó un tatuaje que se había hecho en el cuello.

Tyler con un ligue

Tyler es una de esas personas a las que se la suda el mundo. Ha tomado (y sigue haciéndolo) todo tipo de drogas, desde alcohol, tabaco y marihuana, que consume habitualmente, hasta cosas más específicas como setas, opio o vicodina combinada con otros medicamentos. Además, tiene varios piercings y tatuajes por todo el cuerpo, la mayoría de los cuales se hizo cuando estaba drogado.

Tyler haciendo el tonto

El chaval es buena gente, y cuando viene a casa a ver a Bob siempre tiene historias interesantes que contar. La última fue que acababan de detener a su compañero de piso porque un RA (Resident Advisor) entró en su cuarto y se encontró heroina, cocaina, marihuana y otras muchas drogas en grandes cantidades. También suele echarle fotos con el móvil a sus novias con las tetas al aire, y cada vez que se liga a una nueva le enseña a sus amigos la foto orgulloso. Un auténtico crack.

Foto artística

Un día al llegar de clase, en el pasillo olía a cochinillo quemado. Cuando abrí la puerta me encontré una imagen impactante: Tyler con un mechero quemándose el cuello.

-Hola Ángel. Me hice un tatuaje detrás de la oreja cuando estaba ciego el otro día y no me gusta, así que me lo estoy quemando para quitármelo -me dijo.

Así, sin más. Como si fuera lo más normal del mundo. Se ría y todo, mientras la llama del mechero le quemaba el cuello.

El individuo en cuestión

Yo me fui a la ducha, y después de secarme y vestirme me acerqué a ver como iba la quema. Al parecer lo del mechero no había funcionado, y iban a probar una nueva técnica. Entonces, miré a la cocina y vi horrorizado que estaban calentando un cuchillo en el fuego.

-¿Pero estáis tontos o qué? -les dije a Bob, a Bryan y al moro, que estaban allí ayudando a Tyler -¿Pensáis hacerle como a las vacas, cuando las marcan con el sello al rojo vivo?

Y vaya que si lo hicieron. Tyler se quitó la camiseta, se la metió en la boca para amortiguar el grito agonizante que iba a dar el breve, y se puso de rodillas, con la cabeza apoyada sobre la mesa. Entonces, Bob, cogió el cuchillo al rojo vivo y se lo colocó sobre el cuello unos segundos. Un aullido de dolor se escapó entre la tela de la camiseta, y a los 10 segundos Tyler ya estaba de sonriente, echándose agua en el cuello y pidiéndole a Bob que lo hiciese de nuevo.


La tortura, en directo

Repitieron la operación tres veces más. Pasados unos días, Tyler me comentó que le había salido una cicatriz de la quemadura, se la había arrancado y el tatuaje se había quedado pegado a la piel arrancada. Así que ya sabéis, si queréis quitaros un tatuaje este es el método!

jueves, 10 de abril de 2008

Kasa Okupada

Ha pasado casi un mes desde el último post. Muchos personas habrán dejado de visitar este blog, pensando que ya no iba a actualizarlo nunca más. Sin embargo, aún queda gente (espero) que lo consulta habitualmente, a sabiendas de que tarde o temprano llegará una actualización que hará que la espera haya merecido la pena. Y por fin ha llegado el momento. Para ellos, mis lectores más fieles, va esta historia.

------------------

Como algunos de vosotros sabréis, y otros no, este segundo cuatrimestre en Estados Unidos vivo en un apartamento con cuatros personas, en vez de en una habitación. El motivo del cambio fue la terrible comida del comedor universitario. Las tres otras personas con las que comparto apartamento son las siguientes:

- Amr, alias EL MORUNO. Mi vecino en la antigua residencia. Nos unen grandes experiencias juntos, como el viaje a San Diego o el robo de la barbacoa. Su peculiar estilo de baile (ya subiré un video) le hubiese garantizado más de una paliza en España, pero aquí tiene un gran éxito. Juega al fútbol en el equipo de la universidad. En más de seis meses juntos sólo le he visto una vez entrando a la ducha.

El moruno

- Bob. Ya vivió el año pasado en el apartamento. Tiene la habitación más grande, donde disfruta de una pantalla plana de plasma y una XBox 360. Es el típico americano: rubio, siempre con gorra, y su madre le manda galletas de chocolate todas las semanas. No obstante, es un gran tipo, y ahora es de mis mejores amigos americanos. Me lleva en coche siempre que lo necesito, y yo a cambio le doy tortilla de patatas y le presto mi PSP. Tiene una novia muy guapa, que le llama todos los días, pero como está estudiando en San Antonio, comprende su situación y le deja que esté con otras chicas. Cosas de este país =)

Bobby

- Bryan. Estudia inglés. Apenas sale de su cuarto, pero no hace ningún ruido. Tiene contratada televisión por cable y allí se pasa las horas. Creo que tiene otra casa en Albuquerque (la de sus padres), y va allí a veces. Nunca le he visto comer ni cocinar. Es más, nunca he tenido la certeza de que está durmiendo, porque lleguemos a la hora que lleguemos a casa siempre está en pie. Este chico sigue siendo un misterio para mi.

Bryan

Bueno, hasta aquí todo bien. Ningún problema, pensaréis. Pero sí, hay un problema, y ese problema tiene nombre y apellidos: Lucy Packard. Se trata, ni más ni menos, que de la novia del moruno, que es subnormal y a la cual ya dediqué un post hace tiempo.

Lucy con un niño en calzoncillos

Ya antes de que empezasen las clases, y nada más llegar de Nueva York, Lucy y su amiga Kelly se plantaron en nuestro apartamento. Se tumbaron en el sofá y se pusieron a ver películas toda la tarde, como si estuviesen en su casa. De pronto, Kelly se levantó, abrió la nevera, sacó mermelada y mantequilla de cacahuete y se preparó un sandwich.

- Creo que el pan, la mermelada y la mantequilla de cacahuete son de Bob -le dije a Kelly.
- Da igual, seguro que no le importa -respondió, mientras le daba un mordisco a su bocadillo.

Kelly y Lucy

Y todo esto habiendo hablado sólo 2 minutos con Bob. Me quedé alucinado, pero la bajé a la tierra cuando al llegar a casa después de jugar al fútbol me faltaban una manzana y un yogur. ¿Pero qué cojones se han creido estas niñas?

- La próxima vez que queráis comer algo que sea mío me preguntáis -advertí con tono serio.
- Vale, vale -respondieron con sorna.

Desde ese día, pude oir algunos "Amr, ¿puedo comerme uno de TUS yogures?" dichos como sorna. Pero me dio igual, porque no volvieron a tocar mi comida.

Empezaron las clases, y entonces me di cuenta de que iba la cosa. Lucy cogió sus cosas y se mudó a mi casa para vivir con su amado. Era el comienzo de una ocupación en toda regla.

Pero no todos son malas noticias. A los dos días viviendo juntos, el moro discutió con Lucy por la noche porque decía que pasaba demasiado tiempo con su amiga Kelly. Le dijo bien claro que Kelly no le caía bien, y que ni él ni nadie quería que volviese a entrar en esta casa. Dicho y hecho: Lucy dejó de juntarse con una de sus dos únicas amigas para dedicarse en cuarpo y alma a su novio.

Kelly

Desde entonces, Lucy fue poco a poco tomando posesión del hogar. En un par de semanas empezó a cocinar a todas horas, haciendo sobre todo dulces, la especialidad de toda buena esposa americana. En poco tiempo la vi hacer magdalenas, pan con pasas, bizcocho de plátano y, sobre todo, galletas de chocolate, sus favoritas.

Chocolate cookies by Lucy

Tampoco descuida Lucy en ningún momento la alimentación de su 'baby', como le llama habitualmente. Después de hacer el amor, al moro le entra hambre y le apetece jugar a los videojuegos. Entonces, mientras él mata orcos en calzoncillos, ella le cocina. Algunas veces el moruno tiene mucha hambre, y entonces le mete prisa a Lucy:

- Lucy, FOOOOOOOD!!! -grita, sin levantar los dedos del teclado.

Ella, obediente, espabila, cocina más rápido y le sirve la comida en la mesa de su habitación, para que no tenga que ausentarse de los reinos del World of Warcraft ni un segundo. Y así, semana tras semana, transcurre la vida en 'the cave'.

The Cave

El nombre 'la caverna' viene de que la pareja se pasa la vida en el cuarto con la puerta cerrada, y al estado lamentable de desorden en el que se encuentra la habitación. Un día, Bob y yo decidimos imprimir en tamaño póster la foto de una cueva, y pegarlo en su puerta. Desde entonces, ese es su nuevo nombre.

Inside "The Cave"

Ultimamente he tenido varios conflictos con Lucy. La niña cuando cocina utiliza todos, absolutamente todos, los utensilios de la cocina, y los deja llenos de masa de galletas en el fregadero. Entonces, cuando yo me levanto y voy a hacerme unos cereales para desyunar, me doy cuenta de que todos los tazones y las cucharas están sucios. Me toca lavarlos, y lavar platos que tu no has ensuciado nada más levantarte no sienta muy bien.

Para que esto no ocurra muy amenudo, tengo que recordarle que limpie los platos varias veces al día. Ella se lo toma a mal y me da voces, que yo respondo con más voces y la invitación de que se vaya a su casa a cocinar. Entonces, sale de la cueva sin mirarme a la cara, limpia todos los platos y se vuelve a meter. Estamos sin hablarnos un día y luego todo vuelve a la normalidad.

La semana pasada la situación llegó al límite. Como le gustan mucho las plantas, ha comprado un arbolito y lo ha puesto en el salón. Nada de un geranio pequeñito, no, un arbolito con tronco y todo. Por supuesto, no nos ha consultado a ninguno para ver que nos parece.

El árbol de Lucy al lado de la planta de Lucy


Más de una vez hemos Bob y yo hemos pensado en echarla de la casa, sobre todo cuando empezó a usar su jabón sin permiso, y él lo escondía y Lucy lo encontraba y lo usaba de nuevo. Bob se volvió loco y empezó a dar voces:

- She is out, she is out! -gritaba con cara de odio.

Sin embargo, al final siempre acabamos tranquilizándonos y no la liamos. Quedan muy pocos días para que termine el cuatrimestre, y no merece la pena tener malos rollos. Habrá que intentar ser feliz con Lucy, aunque sea un poco más difícil.

lunes, 17 de marzo de 2008

Llegada a Honolulu

Ayer llegué a Honolulu. El viaje estuvo bien, aunque me mosqueó que los de US Airways no me diesen de comer en el avión a pesar de ser un viaje de casi 7 horas. Si querías comer, a pagar $7 por una mierda de sandwich artificial o una ensalada de plástico. Así que llegué con más hambre que el que se perdió en la isla. ¡Por lo menos no me perdieron las maletas!

Lo primero que llama la atención son los Hawaiinos. Son muy parecidos a los asiáticos, pero como más oscuros. Sin embargo, la mezcla entre americano y hawaiiano da lugar a mujeres rubias, de ojos ligeramente rasgados y muy bellas. Como en las películas.

(Koa y una bella hawaiiana)

Lo segundo que se nota al salir a la calle es el clima. Hawaii tiene un clima tropical, y en estas fechas es el final de la estación lluviosa. La temperatura es muy agradable y todo el mundo va en camiseta, pero el ambiente se nota bastante húmedo.

Me vino a recoger Koa con un amigo suyo llamado Kevin en un coche que habían comprado por $50. Hacía un ruido horrible, pero se movía. Lo primero que hicimos fue comprar unas cervezas de bienvenida. Fuimos a una tienda suburvial de chinos en la que cogían packs de 24 cervezas, los partían en grupos de 6, les ponían cinta aislante para que las botellan no se cayesen y ponían que estaban en oferta. Que cracks, si es que se buscan la vida de cualquier manera!

Decir que Honolulu no es una playa con cuatro cabañas de madera, sino un pedazo de ciudad con casi un millón de habitantes y edificios de 30 pisos. Hay que coger la autovía para moverse de una zona a otra. El mar está en la parte externa de la isla (obvio), y en la parte del centro hay varias montañas y creo que un volcán que ya está dormido.

La casa de Kevin era bastante grande, y vivían en ella 5 personas. Al parecer la vivienda es muy cara aquí, $2700 dolares de alquiler por esa casa concretamente. Habían venido un chico y una chica de New Mexico también, y estaban allí. Conocí a Pablo, uno de los compañeros de piso de Koa, y estuvimos todos charlando un rato mientras disfrutábamos de las cervezas fresquitas.

A eso de las 23:30 nos fuimos para casa, no sin antes parar a comer algo porque me estaba muriendo de hambre. Koa, Pierre y Pablo viven en el 7º piso de un bloque a apartamentos. El sitio no está mal, con buena iluminación y bastante amplio. A mi me toca dormir en el sofá. Mañana iremos a la playa de Waikiki por la tarde (aquí no tienen vacaciones todavía, y trabajan por la mañana).

(Vistas desde el apartamento)

martes, 11 de marzo de 2008

Palomas

Aquella mañana se levantó bruscamente de la cama, empapado en sudor. Había tenido un sueño muy extraño, una premonición: había comprendido que su misión en este mundo.

Tan sólo eran las 6:30 de la mañana y estaba amaneciendo. Se vistió con tranquilidad y preparó un café solo muy cargado y sin azúcar, su favorito. Se lo tomó a sorbos cortos, difrutando de su aroma, mientras escuchaba las noticias por la radio. La misma mierda de siempre. Seguro que el mundo sería un poquito mejor si no existiesen esas sucias ratas con alas.

Salió de su apartamento y el brillo del sol le obligó a entrecerrar un poco los ojos. Le invadía una sensación mezcla de inquietud y excitación. Hacía buen tiempo. Era el día perfecto. Caminó muy despacio, en dirección a los coches aparcados en el parque de enfrente. No sabía por qué, pero estaba convencido de que allí encontraría lo que buscaba.

Efectivamente. Entre un Golf negro lleno de polvo y un todoterreno anticuado pudo ver tres palomas picoteando los restos de una bolsa triskis que algún cerdo había tirado al suelo la noche anterior. -El que lo hizo también merece morir. Como las palomas -pensó para sus adentros.

Se acercó por detrás, lentamente. Ahora podía verlas mejor. Eran de un color gris ceniza, con toques de verde y rojizo. Contempló la fealdad de los animales que tenía delante, y se preguntó porque la gente tiene una imagen tan buena de ellas: color blanco, puras, saliendo de la chistera de algún estúpido mago entre los aplausos del público y poniendo el broche final al truco. Perp la realidad era bien distinta, y él lo sabía. Recordó cuando era joven y corría detrás de las palomas por el parque del retiro. Cuando se acercaba mucho salían a volar, así que a veces intentaba tirarle las llaves de casa, pero nunca atinaba. Sonrió. Esta vez no caería en el mismo error.

Se agachó y fue andando en cuclillas, sin hacer ruido, hasta tener a los animales a unos pocos centímetros. La que más asco le daba era la de la cabeza verde. Seguía comiendo, confiada. Sin duda su cerebro era más pequeño que un cachuete. Entonces, con un rápido movimiento, sujetó al pájaro con la mano izquierda y con la derecha le arrancó la cabeza. Después de eso se sintió mucho mejor.

lunes, 18 de febrero de 2008

Me duele el mar

Genial columna de Alfredo de Hoce, el autor de Fuckowski.

Me duele el mar


Recuerdo que de niño contaba los días que faltaban para fin de curso. Tras el último día de escuela volvía corriendo a casa, metía en una mochila mis tebeos favoritos y esa pequeña libreta donde mis buenos amigos del colegio me apuntaban sus direcciones al lado de emotivas promesas de amistad eterna, y me sentaba en el sofá a esperar impaciente a mis padres, que preparaban las maletas. Ya de noche, cuando todo estaba listo, nos metíamos en el coche y partíamos a Torre del Mar, dejando atrás el centro de Málaga. Mi hermana y yo pasábamos todo el viaje inventando cancioncillas tontas y contemplando el costero paisaje que nos brindaba la carretera antigua. Por fin, tras una hora que siempre se me hacía interminable, aparcábamos el coche en el Paseo de Larios y subíamos las cosas al apartamento. Yo me dejaba embriagar por la brisa nocturna, esa brisa cálida que huele a arena húmeda y a fuego, esa brisa que es la caricia del mar. Por fin de vuelta, me decía. El mar siempre fue más mi hogar que la tierra. Tenía la sensación de que el verano no acabaría nunca; pero septiembre siempre llegaba y regresábamos a Málaga por la carretera antigua, y mi hermana y yo guardábamos silencio y contemplábamos la mar revuelta a través de una ventana salpicada de lluvia. Qué lento parece pasar el tiempo cuando eres niño; y un buen día te miras al espejo y tienes treinta años y un montón de canas y tienes que bajar a la playa a buscar tus recuerdos.

Frente al mar jugué con mi hermana hasta caer exhausto; frente al mar lloré de risa en compañía de mis mejores amigos. A orillas del Mediterráneo, una noche de San Juan, me besé apasionadamente con una mujercita que se me llevó la virginidad y a la que no volví a ver nunca. En un mar negro pintado de estrellas me bañé desnudo con aquella rubia belga a la que tanto quise; ella me abrazó y me susurró al oído un te quiero dulce y salado que me caló hasta lo más hondo. El mar también me ha visto llorar. Aquella tarde en que supe que había dejado de ser niño bajé a la playa, me senté en la orilla y me aferré con fuerza a la arena, pero la infancia se me escurrió por entre los dedos y me arrancó dos lágrimas amargas que se llevaron las olas. Cada vez que la vida me ha roto en pedazos he ido a esconderme al Puerto de La Caleta. Allí, en mi rincón del mundo, he pasado largas tardes viendo partir a los pesqueros con su estela dorada y su corte de gaviotas, buscando respuestas en el horizonte. El mar me ha enseñado que siempre viene la calma tras las tormentas de la vida; que siempre hay otro verano, otro atardecer, otro barco, otro amor. También recuerdo que una vez el mar, enfadado, estuvo a punto de matarme. Pero lo perdoné, porque al mar, como a todo lo que se ama profundamente, se le perdona todo.

Ahora vivo muy lejos y aquí casi siempre es septiembre. Ya no hay mar detrás de mi ventana salpicada de lluvia, y los atardeceres ya no huelen a hogueras lejanas. Soy feliz, pero hay veces en que el mar me duele, y el alma se me revuelve y se me ahoga como un pez fuera del agua. Entonces solo quiero volver, pero la vida aún no me deja. Quizás aún falten muchos años o quizás no suceda nunca. Por si acaso he dejado escrito que, cuando muera, quiero que me incineren y que arrojen mis cenizas al Puerto de la Caleta. Me gusta pensar que algún pesquero se llevará mi alma enredada en su estela dorada, y que las gaviotas me acompañarán mar adentro, a reencontrarme con mis pedazos rotos, con mis lágrimas, con esos amores a los que no volví a ver nunca, con todos esos compañeros que un día me juraron amistad eterna. Volveré entonces a ser niño y jugaré con mi hermana hasta caer exhausto, lloraré de risa con mis mejores amigos, y siempre será verano y ya no me dolerá el mar.

Alfredo de Hoces. http://www.alfredodehoces.com

domingo, 17 de febrero de 2008

La parábola de los talentos

Un hombre, antes de emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro sólo uno talento, a cada uno según su capacidad. Luego se marchó. El que había recibido los cinco talentos fue en seguida y negoció con ellas y ganó otros cinco talentos. Así mismo, el que recibió dos talentos ganó otros dos talentos. Pero el que había recibido uno talento fue, cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

Después de mucho tiempo volvió el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. El que había recibido los cinco talentos llegó con los otros cinco talentos. “Señor,” dijo, “usted me encargó cinco talentos. Mire, he ganado otros cinco talentos.” Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” Llegó también el que recibió dos talentos. “Señor,” informó, “usted me encargó dos talentos. Mire, he ganado otros dos talentos.” Su señor le respondió, “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” Después llegó el que había recibido sólo un talento. “Señor,” explicó, “yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no ha sembrado y recoge donde no ha esparcido. Así que tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Mire, aquí tiene lo que es suyo.” Pero su señor le contestó: ¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido? Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses. Quítenle los talentos y dénselos al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.

viernes, 15 de febrero de 2008

Historia de un Éxito

Hoy me he topado con un artículo en el periódico que me ha llamado mucho la atención. Se trata de la historia de Ginés Carvajal, el agente más importante de nuestro país.

Cuando sólo tenía 15 años se reveló contra el destino que tenía escrito y se marchó a Barcelona a vender periódicos. Ahora representa a jugadores de fútbol como Raúl Gónzalez Blanco o Iker Casillas, y a entrenadores como Juande Ramos o López Caro.

Este artículo me gustaría dedicárselo a todas esas personas que tienen asumido su futuro de mileuristas, viviendo en casa de sus padres hasta los 35 años. Todas esas personas que prefieren lamentarse de que es que sus padres no tienen dinero para pagarles unos estudios en el extranjero o en una super-universidad, que la vida no les ha dado tantas oportunidades cómo a otros, que no pueden hacer nada y que 'no es tan fácil'.

¿Quién dijo que fuera fácil? Logicamente, si has tenido la suerte (o desgracia) de ser el hijo de Julio Iglesisas, tu vida estará solucionada. Sin embargo, en el resto de casos hace falta mucho valor y coraje, y a veces ser capaz de dejar muchas cosas importantes atrás, para labrarse el futuro deseado.

A continuación, el artículo.


El agente 'Maravilla'

CARLOS E. CARBAJOSA | JESUS ALCAIDE
(http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2008/02/15/futbol/1203113207.html)

Ginés Carvajal. (Foto: Alberto Cuéllar)
Ginés Carvajal. (Foto: Alberto Cuéllar)

"¿Sabes por qué te he elegido? Porque la primera vez que hablamos no me pediste ni el número de teléfono". Ésta podría pasar a la historia del cine como una de las declaraciones de amor más memorables. Pero no se trata de una película. Bueno, tal vez sí. Se trata de un momento decisivo e impactante en la filmación de la vida de Ginés Carvajal (Madrid, 1953).

Esas fueron las palabras que le dijo el hoy jugador más famoso de España al también hoy agente FIFA más importante de nuestro país. Entonces, Raúl González Blanco, la jovencísima estrella del Real Madrid, puso en manos de su nuevo agente el fabuloso y dorado mundo que se abría ante él. Ocurrió a finales de los años 90. Una década antes, Carvajal descubría una ladera noble por la que ascender hasta la cima de un mundo peliagudo y supercompetitivo. Muchos de los que le siguieron utilizaron otros costados para llegar antes. Pero no les fue igual. A Raúl y a Casillas, el otro faro de su fábrica, les ha ido de cine. El jueves firmaron sus contratos de por vida, con el Madrid. Ginés estuvo en Valdebebas para vivir ese momento cumbre de su carrera y de sus pupilos.

Carvajal no era conocido cuando se ligó al destino de Raúl. Ahora posee una cuadra de talentos futbolísticos de primer orden que mantienen con él una relación poco acostumbrada en el mercantilizado y deshumanizado mundo del fútbol. Ninguno está unido por contrato o documento alguno. Aquí no hay papeles. No hacen falta donde existen palabras como confianza, transparencia, lealtad y, muy importante, no tener reloj. "Un agente con jornada regulada de ocho horas no tiene nada que hacer. Siempre hay que estar disponible", recuerda el Jerry Maguire a la española. No es Tom Cruise, pero si se hubiera dedicado al cine, seguro que Ginés sería el representante de la estrella.

Esta es la historia de un personaje considerado desde hace mucho tiempo el agente de futbolistas más carismático, activo y eficiente de España. Carvajal sigue siendo el hombre de máxima confianza de Raúl e Iker, los vitalicios. También lo es de Míchel Salgado, de Fernando Morientes, de Juande Ramos… Nombres que suenan a éxito y a dinero. Pero hay muchísimos más, chicos casi anónimos a los que Ginés admitió en su club después de una mirada y una conversación. Con unos y con otros jamás firmó un solo papel, sólo los de sus contratos con los clubes a los que fueron: "Me he hecho kilómetros para ver a un jugador en la Ponferradina por un problema determinado. La clave es que todos, los famosos y los que han tenido menos suerte, tengan claro que no hay diferencias de trato, que me preocupo por todos. Y en muchos casos hay que mirar a la cara al chico. Prefiero estar cerca, aunque me tenga que dar una paliza en coche, que hablando por teléfono".

"Jamás pensé que mi vida se acercaría al fútbol. Me gustaba mucho, como a todos los españoles, pero lo veía como simple aficionado cuando estudiaba en el Ramiro de Maeztu. Con 15 años le eché un órdago a mi padre y me marché a Barcelona a vender prensa. Regresé para trabajar en una empresa de patentes y marcas y acabé en Valencia como delegado. En 1978 ya me lancé a la gran aventura de crear una agencia de viajes, Efitour, con otros socios como José Antonio Segurado o los Domeq. Acabé comprando su parte, trabajé con Aerolíneas Argentinas y, de repente, surgió la figura de Casildo Osés, que había sido gerente del Espanyol. Llegó el fútbol".

Carvajal tiene grabado en su memoria el momento en que Osés le hizo la propuesta que cambió su vida: "Quería que desde mi agencia organizaras el viaje de la selección checa, que entonces era campeona de Europa, a Sudamérica. Una gira con problemas. Hablamos de un equipo del Este en una zona conflictiva que atravesaba una guerra entre Perú y Ecuador, por ejemplo. Todo fue muy complicado. Había que revisar los visados en cada aeropuerto. En La Paz vivíamos bajo un estado de sitio antes de dos partidos con Bolivia".

(Foto: Alberto Cuéllar)

(Foto: Alberto Cuéllar)

"Nos suspendieron varios encuentros por motivos de seguridad. Pero acabé haciendo amistad con Josef Venglos, el seleccionador, y fui conociendo a gente que me ató al fútbol. Venglos me pidió cinco postales con sus sellos para cada jugador cuando tuvimos que quedarnos varios días en Bolivia. Con eso les bastaba". Después me especialicé en giras de equipos del Este y en España me fueron llamando clubes. Organicé viajes a México del Atlético, el Sevilla. Y claro, conocí jugadores".

Carvajal comenzó en la época del derecho de retención, cuando los clubes podían esclavizar a sus jugadores de por vida. Aquello duró poco y la legislación evolucionó al ritmo en que los futbolistas iban poniendo sus asuntos en manos de agentes: "Comencé con Mino, que pasó del Sporting al Madrid, pero en plan serio con total dedicación, el primero fue Adolfo Aldana, de la cantera del Madrid. Hoy sigo teniendo a varios chicos de la cantera madridista. Si no llegan a la élite pueden estar seguros de que seguiré con ellos. Algunos se fueron, a veces por malos consejos de los padres, que quieren ir más deprisa de lo debido, o que se dejan engatusar por promesas imposibles".

Un histórico de la representación, Alberto Toldrá, fue su primer colaborador. Hace mucho tiempo que se separaron. Ginés trabajaba 25 horas al día y decidió independizarse. Le recuerda con mucho respeto, aunque hay quienes quieren enfrentarles. "Aquéllos eran tiempos muy complicados, en los que no había móvil y los contratos se gestionaban a través de teléfono fijo, télex o fax", recuerda.


Mucho móvil, mucha moto y poco avión

Ginés Carvajal no da la imagen del representante al uso. Huye del escaparate, siempre se mueve por Madrid a lomos de una scooter para evitar los atascos y reniega del avión porque le aterran las esperas interminables en los aeropuertos. Prefiere moverse en coche, aunque tenga que recorrerse España de costa a costa y volver en el día. Así puede pensar en sus cosas, un auténtico lujo. Intenta que su esposa, Arancha, no le termine viendo como a un extraño. Su hija, Amaya, sigue sus pasos, pero además con la licenciatura de Derecho. En plena era de las relaciones públicas, su privacidad no tiene precio. "Jamás ha venido un jugador mío a comer o a cenar a mi casa. Es sagrada".

SU 'CLUB'. Tiene a unos 40 futbolistas en su club. En Primera División, al margen de Raúl y Casillas, aparecen ilustres como Salgado o Morientes, y emergentes como Zapater. Mantiene a una veintena de futbolistas de Segunda y Segunda B. También cuenta con técnicos. Además de Juande, lleva a Juan Ramón López Caro. Cuando éste era el entrenador del Madrid, un sector de la prensa intentó demonizar a Carvajal.

LOS PADRES. Carvajal permanece muy atento a los movimientos de las canteras. Siempre está al día de los nuevos valores que van apareciendo: "Ahora surgen representantes cuando los críos tienen 12 o 13 años. Y muchas veces son abandonados cuando no progresan. Los padres también quieren, en ocasiones, llevar las carreras de sus hijos, pero salvo excepciones, piensan como padres. Es lo normal, pero no lo adecuado. La clave es la confianza. Por ejemplo, Meho Kodro [ex delantero de la Real y del Barcelona] dejaba sus asuntos en manos de su camarero porque confiaba en él".

COLABORADORES. Tiene una pequeña red de ojeadores en toda España que le informan de los nuevos valores que van surgiendo. En Madrid cuenta con el hijo de Armando Ufarte, leyenda del Atlético de Madrid y hoy en el cuerpo técnico de la Federación Española. "Es un fenómeno".

DESCONEXIÓN. El teléfono móvil es una extensión de su mano. O de su oreja (1.200 euros al mes). Lo desconecta al irse a la cama por la noche. No escucha los programas nocturnos de deportes: "No quiero sobresaltos porque la batalla por la audiencia produce escenas muy tensas y muchas veces surrealistas. En mi caso, no es bueno para mi salud".

Un giro

Desde hoy, voy a intentar cambiar el contenido de este blog. En vez de ser una especie de diario de mis vivencias Americanas, voy a intentar combinar las experiencias más interesantes en este país con un mayor número de reflexiones sobre la vida y cualquier otra cosa que se me pase por la cabeza. El objetivo: hacerlo más ameno e interesante para los lectores, y poder actualizarlo más amenudo.

¡Espero que os guste el cambio!

viernes, 8 de febrero de 2008

Qué gran verdad

jueves, 10 de enero de 2008

La Fábula de la Cigarra y la Hormiga

Aprovechando el parón vacacional, he aquí la famosa fábula de la cigarra y la hormiga adapatada por el gran Alfredo de Hoces a los tiempos que corren:

Cantó la cigarra durante todo el verano, retozó y descansó, y a finales de otoño se calzó la corbata y fue a ver a la hormiga, que llevaba dos estaciones recolectando grano. No dejes que tu grano se devalúe –le dijo-, ¡inviértelo! Compra esta semilla, y al llegar la primavera tendrás un frondoso árbol que podrás vender por el doble de su precio actual. La hormiga se fió de la cigarra, pues ésta tenía dos MBA’s por la Universidad de Oklahoma, le entregó su grano y plantó la semilla a las puertas del hormiguero. Llegó el invierno, subieron los tipos de interés, la hormiga no pudo hacer frente a la hipoteca y el banco le embargó el hormiguero entero, que compró la cigarra con el grano de la hormiga. La cigarra montó un hotel y se fue a las Bahamas a vivir de las rentas. La hormiga se quedó esperando a que la semilla diera sus frutos y a los tres meses pidió ayuda al gobierno, que indemnizó a la hormiga por la estafa de la cigarra con el dinero de los impuestos de todos los animales del bosque. Aún así la hormiga se murió de hambre, y le estuvo bien empleado, por gilipollas.