jueves, 10 de abril de 2008

Kasa Okupada

Ha pasado casi un mes desde el último post. Muchos personas habrán dejado de visitar este blog, pensando que ya no iba a actualizarlo nunca más. Sin embargo, aún queda gente (espero) que lo consulta habitualmente, a sabiendas de que tarde o temprano llegará una actualización que hará que la espera haya merecido la pena. Y por fin ha llegado el momento. Para ellos, mis lectores más fieles, va esta historia.

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Como algunos de vosotros sabréis, y otros no, este segundo cuatrimestre en Estados Unidos vivo en un apartamento con cuatros personas, en vez de en una habitación. El motivo del cambio fue la terrible comida del comedor universitario. Las tres otras personas con las que comparto apartamento son las siguientes:

- Amr, alias EL MORUNO. Mi vecino en la antigua residencia. Nos unen grandes experiencias juntos, como el viaje a San Diego o el robo de la barbacoa. Su peculiar estilo de baile (ya subiré un video) le hubiese garantizado más de una paliza en España, pero aquí tiene un gran éxito. Juega al fútbol en el equipo de la universidad. En más de seis meses juntos sólo le he visto una vez entrando a la ducha.

El moruno

- Bob. Ya vivió el año pasado en el apartamento. Tiene la habitación más grande, donde disfruta de una pantalla plana de plasma y una XBox 360. Es el típico americano: rubio, siempre con gorra, y su madre le manda galletas de chocolate todas las semanas. No obstante, es un gran tipo, y ahora es de mis mejores amigos americanos. Me lleva en coche siempre que lo necesito, y yo a cambio le doy tortilla de patatas y le presto mi PSP. Tiene una novia muy guapa, que le llama todos los días, pero como está estudiando en San Antonio, comprende su situación y le deja que esté con otras chicas. Cosas de este país =)

Bobby

- Bryan. Estudia inglés. Apenas sale de su cuarto, pero no hace ningún ruido. Tiene contratada televisión por cable y allí se pasa las horas. Creo que tiene otra casa en Albuquerque (la de sus padres), y va allí a veces. Nunca le he visto comer ni cocinar. Es más, nunca he tenido la certeza de que está durmiendo, porque lleguemos a la hora que lleguemos a casa siempre está en pie. Este chico sigue siendo un misterio para mi.

Bryan

Bueno, hasta aquí todo bien. Ningún problema, pensaréis. Pero sí, hay un problema, y ese problema tiene nombre y apellidos: Lucy Packard. Se trata, ni más ni menos, que de la novia del moruno, que es subnormal y a la cual ya dediqué un post hace tiempo.

Lucy con un niño en calzoncillos

Ya antes de que empezasen las clases, y nada más llegar de Nueva York, Lucy y su amiga Kelly se plantaron en nuestro apartamento. Se tumbaron en el sofá y se pusieron a ver películas toda la tarde, como si estuviesen en su casa. De pronto, Kelly se levantó, abrió la nevera, sacó mermelada y mantequilla de cacahuete y se preparó un sandwich.

- Creo que el pan, la mermelada y la mantequilla de cacahuete son de Bob -le dije a Kelly.
- Da igual, seguro que no le importa -respondió, mientras le daba un mordisco a su bocadillo.

Kelly y Lucy

Y todo esto habiendo hablado sólo 2 minutos con Bob. Me quedé alucinado, pero la bajé a la tierra cuando al llegar a casa después de jugar al fútbol me faltaban una manzana y un yogur. ¿Pero qué cojones se han creido estas niñas?

- La próxima vez que queráis comer algo que sea mío me preguntáis -advertí con tono serio.
- Vale, vale -respondieron con sorna.

Desde ese día, pude oir algunos "Amr, ¿puedo comerme uno de TUS yogures?" dichos como sorna. Pero me dio igual, porque no volvieron a tocar mi comida.

Empezaron las clases, y entonces me di cuenta de que iba la cosa. Lucy cogió sus cosas y se mudó a mi casa para vivir con su amado. Era el comienzo de una ocupación en toda regla.

Pero no todos son malas noticias. A los dos días viviendo juntos, el moro discutió con Lucy por la noche porque decía que pasaba demasiado tiempo con su amiga Kelly. Le dijo bien claro que Kelly no le caía bien, y que ni él ni nadie quería que volviese a entrar en esta casa. Dicho y hecho: Lucy dejó de juntarse con una de sus dos únicas amigas para dedicarse en cuarpo y alma a su novio.

Kelly

Desde entonces, Lucy fue poco a poco tomando posesión del hogar. En un par de semanas empezó a cocinar a todas horas, haciendo sobre todo dulces, la especialidad de toda buena esposa americana. En poco tiempo la vi hacer magdalenas, pan con pasas, bizcocho de plátano y, sobre todo, galletas de chocolate, sus favoritas.

Chocolate cookies by Lucy

Tampoco descuida Lucy en ningún momento la alimentación de su 'baby', como le llama habitualmente. Después de hacer el amor, al moro le entra hambre y le apetece jugar a los videojuegos. Entonces, mientras él mata orcos en calzoncillos, ella le cocina. Algunas veces el moruno tiene mucha hambre, y entonces le mete prisa a Lucy:

- Lucy, FOOOOOOOD!!! -grita, sin levantar los dedos del teclado.

Ella, obediente, espabila, cocina más rápido y le sirve la comida en la mesa de su habitación, para que no tenga que ausentarse de los reinos del World of Warcraft ni un segundo. Y así, semana tras semana, transcurre la vida en 'the cave'.

The Cave

El nombre 'la caverna' viene de que la pareja se pasa la vida en el cuarto con la puerta cerrada, y al estado lamentable de desorden en el que se encuentra la habitación. Un día, Bob y yo decidimos imprimir en tamaño póster la foto de una cueva, y pegarlo en su puerta. Desde entonces, ese es su nuevo nombre.

Inside "The Cave"

Ultimamente he tenido varios conflictos con Lucy. La niña cuando cocina utiliza todos, absolutamente todos, los utensilios de la cocina, y los deja llenos de masa de galletas en el fregadero. Entonces, cuando yo me levanto y voy a hacerme unos cereales para desyunar, me doy cuenta de que todos los tazones y las cucharas están sucios. Me toca lavarlos, y lavar platos que tu no has ensuciado nada más levantarte no sienta muy bien.

Para que esto no ocurra muy amenudo, tengo que recordarle que limpie los platos varias veces al día. Ella se lo toma a mal y me da voces, que yo respondo con más voces y la invitación de que se vaya a su casa a cocinar. Entonces, sale de la cueva sin mirarme a la cara, limpia todos los platos y se vuelve a meter. Estamos sin hablarnos un día y luego todo vuelve a la normalidad.

La semana pasada la situación llegó al límite. Como le gustan mucho las plantas, ha comprado un arbolito y lo ha puesto en el salón. Nada de un geranio pequeñito, no, un arbolito con tronco y todo. Por supuesto, no nos ha consultado a ninguno para ver que nos parece.

El árbol de Lucy al lado de la planta de Lucy


Más de una vez hemos Bob y yo hemos pensado en echarla de la casa, sobre todo cuando empezó a usar su jabón sin permiso, y él lo escondía y Lucy lo encontraba y lo usaba de nuevo. Bob se volvió loco y empezó a dar voces:

- She is out, she is out! -gritaba con cara de odio.

Sin embargo, al final siempre acabamos tranquilizándonos y no la liamos. Quedan muy pocos días para que termine el cuatrimestre, y no merece la pena tener malos rollos. Habrá que intentar ser feliz con Lucy, aunque sea un poco más difícil.

3 comentarios:

Esteban Martinena dijo...

JAJAJAJAJAJAJA Bienvenido a la diversión de la vida en pisos compartidos. Como me acuerdo de mis 4 primeros años de carrera, ains!!! Lo que no sé es como has aguantado tanto y no ha ido a más la cosa :D Tienes mucha paciencia.

Luis J. Manso dijo...

Será todo lo que quieras, pero es la hembra que todo macho ha deseado tener. Cocinar y follar. Vosotros estareis jodidos, pero seguro que el moro está más que contento.

Yo quiero una así para mi. Y lo de cocinar... hasta me daría igual.

Fede dijo...

luis tiene toda la razon, me ha encantado lo de q le folle y luego le cocine, el moruno esta en la gloria.
Tu caso me recuerda a las golfas de mis irlandesas, suerte amigo